En la ADSP creemos que hay muchas formas de defender nuestros derechos, y una de ellas es mediante el ARTE. En este apartado podrás ver algunas campañas, eventos o actividades en las que arte y reivindicación se unen para dar visibilidad a los problemas de la Sanidad Pública.
ENCUENTRO DE POESÍA EN DEFENSA DE LA SANIDAD PÚBLICA
El 26 y 27 de marzo de 2022, Voces del Extremo y Marea Blanca organizaron este encuentro de poesía en defensa de la sanidad pública. Han tenido la gentileza de permitirnos subir a esta web el libro que se editó para la ocasión (descárgalo aquí). Puedes ver el programa de las jornadas. Os dejamos la entrevista en la radio local de Andalucía a uno de los organizadores y uno de los poemas del encuentro.
Un Fémur
El primer signo de la civilización es un fémur fracturado y sanado
Margaret Mead
I – Un fémur fracturado
Un fémur que se quiebra es un derrumbe:
se desovilla el cuerpo por su centro,
deja una pierna lacia y la otra pierna
soporta en singular la gravedad del mundo.
Cada vez que entra el aire en los pulmones,
un traqueteo de astillas sobreviene
y un volcán de neuronas como avispas
crepita en el angosto canal de cada nervio.
Apretando los dientes, tal vez puedas
amaestrar con paciencia los esfínteres
y alcanzar la postura menos sucia
para desocupar el dédalo del vientre.
Toda la autoconciencia se destina
a dominar los kilos desmembrados,
concentrando el esfuerzo en cada músculo.
El único placer es mantenerse inmóvil.
La vida se revela inalcanzable:
la fruta, el agua, el sexo, la alegría.
Animal malherido, solo queda
estancarse en la sombra, dejar hacer al tiempo.
II – Un fémur fracturado y sanado
Un fémur fracturado es un derrumbe
al que acuden deprisa las sirenas
—cuando se quiere bien el bien común—
cruzando las ciudades, remontando los ríos.
El altar del quirófano te ofrece
su aséptico ritual de compostura,
la anestesia te empapa como un néctar
y el coro de la ciencia restaura tu esqueleto.
Tras el sueño, el temblor cede a la euforia
y al afán de besar todas las manos:
la que cuenta las gotas de tu sangre,
la que estira las sábanas, la que te limpia el culo.
Queda aún mucho insomnio y mucho yodo:
en el caso mejor y sin tropiezos,
varios meses de vida dislocada,
cien citas sin romance, cien ayes, cien pinchazos.
Pero el cuerpo agradece tanto cuido.
Casi sin darse cuenta, las dos piernas
vuelven acompasadas a su rima:
arrancas, das un paso y luego otro, luego otro…
Juan Antonio Bermúdez